
Rodrigo Blanco Calderón
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Rodrigo Blanco Calderón
Los relatos del más reciente libro de cuentos de Rodrigo Blanco Calderón tienen un nexo común, a veces muy sutil, en la migración. Gente que se va o que regresa. En 'Venecos' (Páginas de Espuma) hay nostalgia, expectativas y siempre la sensación de un descubrimiento por venir. «El proceso de migración ha sido de las experiencias más complejas que he vivido», asegura Blanco Calderón (Venezuela, 1981), que ejerce como crítico en ABC y vive en Málaga desde 2018. «En ese aspecto, vida y literatura fueron de la mano».
–¿Qué es lo más difícil de su proceso migratorio?
–Desde el punto de vista personal, lo más difícil es estar lejos de mi familia. Otras dificultades tienen relación con el espacio profesional y las relaciones humanas. Es muy distinto emigrar de niño o adolescente, que te incorporas muy rápidamente en una dinámica compartida, que llegar con 30 años. Me ha costado establecer lazos duraderos internamente. Desde el principio aquí me sentí muy bien recibido, pero en mi mente estoy como esos manteros a punto de correr porque puede venir la policía. Sin saber nunca cuándo tendré que volver a partir.
–¿Esa sensación le ha cambiado? ¿Le afecta?
–Cuando llegas a otros países y otras culturas, lo quieras o no, asumes un papel. No puedes ser como eres normalmente, porque hay códigos distintos, que cuesta asimilar. Hay momentos donde te cansas un poquito de representar ese papel.
–¿Cómo incluye esa represión interior en tu literatura?
–En mis cuentos emergen, en momentos muy puntuales, en estados de ánimo que son el resultado del trauma de migrar. Salen muchos puntos de vista que no necesariamente son los míos, y puedo expresarlos a través de personajes. Hay mucha violencia, humor, escepticismo, la preocupación lejana por el país, el miedo. La soledad está muy presente en los personajes de estos cuentos.
–¿Qué es un cuento?
–Tiene la mezcla maravillosa de un secreto y la posibilidad de su revelación. Es contarle a un desconocido cosas que a veces me han pasado.
–¿Y la inspiración es tan diversa como los mismos cuentos?
–Hago énfasis en la cotidianidad, que pueden pasar en la vida normal de un personaje, pero con suficiente intriga como para escribirla, acompañada de contexto.
–'Veneco' es una palabra para señalar a los emigrantes venezolanos, a veces despectiva y a veces reivindicativa. ¿Cuántas lecturas se pueden hacer?
–Cuento la locura que no aparece en la prensa, y que puede creerse exótico o fantasioso, por los que no son de ese sitio y tienen una distancia y un desconocimiento totalmente naturales.
–¿Hay un mensaje para el lector español?
–No, aunque lo que escribo con frecuencia está vinculado al contexto político presente. No trato de convencer a nadie o de denunciar nada con mi literatura. En mi proceso creativo me vienen historias, y mi preocupación es estrictamente técnica y sonora. Pero eso no quiere decir que yo no tenga una posición política o unas marcas ideológicas.
–¿Que son cuáles?
–En Venezuela estoy en oposición frontal contra el chavismo y como emigrante soy bastante alérgico a cualquier tipo de extremismo. Me siento totalmente alejado de Pedro Sánchez y los elementos radicales con los que establece alianza, así como de partidos como Vox. Tampoco entiendo al PP, que por momentos me recuerda a cierta oposición, entre comillas, venezolana. Me gustaría pensar que pudiese existir la posibilidad del centro.
–¿Qué le expulsó de Venezuela?
–La desesperanza. Cuando tras la muerte de Chávez vi como Capriles (el candidato de la oposición) reaccionó de forma tan cobarde, tan cómplice, tan pusilánime ante lo que era un fraude.
–¿Y qué le expulsaría de España?
–Joder, no quiero pensar en eso, pero básicamente la misma razón.
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