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A poco más de 24 horas de oler a «espeto», Doña Sardina no quiso abandonar este mundo sin cumplir la tradición sardinera de dejar su Testamento, leído en verso, a quienes estuvieran «dispuestos a escucharme» la noche del viernes desde el balcón principal del Ayuntamiento de Murcia. No tardó en entrar al trapo «de muchas cosas que veo / que agotan nuestra paciencia», siendo el Plan «de poca Movilidad» municipal su primer objetivo crítico.
Ante un público entregado, que abarrotó la Glorieta, Doña Sardina 2025, Lidia Torrent, ya advirtió al comienzo de la lectura que «pienso sentar sentencia» ante lo que no le gusta de Murcia, pero también intercalando, entre queja y queja, alabanzas porque «no hay tierra más generosa», «bonita» y «solidaria» al «acoger a los extraños / teta en mano, sin pensar», ya lleguen «del África / o de la tierra de Trump».
No escatimó en lamentos y reproches al referirse a la «impotencia que se siente» al transitar por la ciudad, por unas calles «laberinto de revueltas / de conductores perdidos / en carriles de demencia». Y concluyó «que más vale circular / por la selva y en chancletas / que cruzar tan bella urbe / de La Flota a La Arboleja».
El agua, o más bien su falta, también fue mencionado: «Tantas cosas tiene Murcia / maravillas sin igual / y miren ustedes por dónde / le falta lo principal: / agua que nutra su huerta / que es progreso sin par / ¿O no somos hijos de España / como es hijo el que más?».
No se salvaron los políticos «enzarzados en historias / que son agua 'desmayá'» de una dura crítica y a ellos les deseó que se metieran «de bruces» en un bancal, «a aprender a sembrar patatas / o dedicarse a escardar» y a «esperar la tanda de agua» que no llega. «Ya veríais sardineros / que pronto y sin dilación / se arreglaba en un segundo / tan compleja situación».
Y «entonada» según avanzaba la lectura, Doña Sardina reveló su «deseo postrero», «que algún día el Real Murcia / sea campeón liguero»; o si no, «dejadme que vea a Alcaraz / regresar al primer puesto / como campeón mundial».
También volvió a sacar el arpón para «lo que es muy justo reclamar», como «un aeropuerto / donde aún faltan más vuelos / que hormigas a un hormiguero»; o un AVE «que si llego o no llego / que no sé cuántas paradas/ hará sin llegar al puerto / que es su estación del Carmen/ con tan tedioso trayecto» en el que «más de uno se hará viejo».
Yacimiento de San Esteban y Mar Menor tampoco se escaparon de su ácido verso. El primero «con dos mil años de historia... / y otros dos mil de proyecto»; en el segundo, «¡échenme cartas señores! / que igual es mejor morir / asfixiada en esas aguas / que arder junto al Puente Viejo / bajo la noche estrellada».
Como era de esperar la fiesta sardinera y sus desfiles ocuparon su lugar en el testamento, esos que convierten, con su generosidad, «la Gran Vía entera» en «el Olimpo de carrozas sardineras / de luces, colores sabores / de pastelico y cerveza / de aromas a azahar y pólvora / de gritos y manos llenas».
Y no faltó una loa a sus sardineros «que cumplen la inmensa hazaña / de celebrar unas fiestas / que nadie en el mundo iguala».
Doña Sardina no se olvidó de la gastronomía murciana, de su «cocina señera con Estrella Michelín» que «va despachando delicias / del uno al otro confín»; y para «los talentos musicales» que ha parido la tierra: «M-Clan y Rut Lorenzo /O Maldita Nerea / y también Viva Suecia / con el mundo por montera / y como si fuera sardina / otro grupo que se incendia / Arde Bogotá, la esencia / de tanta música buena».
Concluyó animando a sardineros a «salid, corred, disfrutad / que el tiempo pasa y engaña / volved a cuajar las calles / de pitos y charangas / de risas y colorido / de un Entierro que engalana / de fiesta, juguetes y música / la primavera murciana».
La lectura se celebró tras un matinal Velatorio Infantil de la Sardina y después de otro memorable desfile sardinero, que caldeó el ambiente con charangas, bailes, pitos y regalos, que volvieron a concentrar a cientos de murcianos y visitantes en las calles por las que discurrió. José Ballesta, en la carroza de Doña Sardina, fue el primer alcalde que escucha el testamento vestido de sardinero.
La ciudad está más que preparada para el desfile definitivo, el de la noche del sábado del Entierro de la Sardina, y la posterior quema del catafalco, ya entrada la madrugada del domingo.
La Glorieta de Murcia fue escenario este viernes por la tarde de la tradicional ronda musical con la que las tunas participantes en el XXXV edición del Certamen Internacional de Tunas Costa Cálida- Ciudad de Murcia rinden honores a la Reina de la Huerta, este año, Alba Franco. El homenaje se produjo bajo el balcón principal del Ayuntamiento, en un emotivo y colorido acto que fue muy aplaudido por el público asistente.
El concejal de Turismo, Jesús Pacheco, estuvo en la ronda, así como en la recepción previa a las agrupaciones que tuvo lugar en el Salón de Plenos. Participaron las Tunas Femenina Javeriana (Colombia); Hinoportuna (Portugal); Garcilaso de la Vega (Perú), Arquitectura Técnica (Granada), Informática de La Laguna (Tenerife) y Aguascalientes (México).
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