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Belén Domínguez, la joven sevillana de la habitación 717 del Ramón y Cajal, la paciente más querida y conocida del hospital madrileño, ha fallecido este ... sábado a los 31 años en paz y rodeada de su familia, sus padres Paco y Charo, su hermana, y su novio Emilio. Belén llevaba ingresada casi dos años (los últimos 16 meses sin interrupción) tras ser diagnosticada en julio de 2023 de un tumor intramedular que le impedía moverse y la mantenía postrada en la cama. Pese a lo penoso de la situación, el dolor de los tratamientos y el golpe emocional de ver quebrada su soñada boda con Emilio y su prometedora carrera profesional como fiscalista, Belén nunca perdió la ilusión ni la sonrisa y aprovechó su larga estancia en el hospital para granjearse una legión de decenas de miles de seguidores en las redes sociales a los que les contaba su día a día, y para escribir el libro 'La vida es bonita, incluso ahora' (Nube de tinta), donde con humor, emoción y esperanza, se abre en canal y narra de forma precisa y preciosa cómo una chica de 30 años pasa en un suspiro de trabajar, celebrar fiestas con sus amigas, hacer 'spinning' y enamorarse de Emilio en Menorca a convivir en la habitación de un hospital con un tumor de grado cuatro dentro de la médula. El libro, por cierto, ya va por la tercera edición.
En todo este tiempo Belén nunca perdió la esperanza de una cura a su cáncer (en los últimos meses había entrado en un ensayo clínico que no ha logrado detener el tumor) y siempre se agarró a una fe inquebrantable en Dios. Esa fe, que compartía con sus seguidores en su cuenta de Instagram, convirtió su habitación, la 717, en un pequeño santuario lleno de flores, rosarios, figuras y cintas de la Virgen que le enviaban desde todos los rincones de España y de muchos países del extranjero, especialmente de Latinoamérica.
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El Papa Francisco, cuyo funeral este sábado ha coincidido con el fallecimiento de la joven, envió a Belén una carta personal el pasado 6 de enero en la que comenzaba diciendo «Querida Belén. Me han informado sobre el sufrimiento que enfrentas debido a la enfermedad, te aseguro mi afectuosa cercanía y mi recuerdo en la oración». Poco después Belén recibió la visita del arzobispo de Madrid, José Cobo, que le regaló el Rosario que le había entregado el Papa el día que le nombró cardenal, en 2023. El propio Cobo, que se encuentra en Roma donde ha asistido al funeral del Pontífice en el Vaticano y donde participará en el próximo cónclave que elegirá al sustituto de Francisco, ha transmitido su pésame a la familia. «Que el Señor Resucitado les dé el consuelo que sabe dar en estos momentos y que acoja con abrazos y besos a Belén. Desde la tumba de Pedro, un abrazo agradeciendo a Dios su vida y cuanto ha sembrado», ha dicho.
A Belén el mazazo de su vida le llega en julio de 2023 con un fortísimo dolor en el cuello que no remitía con medicación ni fisioterapia. Pese a todo acudió a Londres para participar en el encuentro anual que organizaba BP, la empresa británica para la que trabajaba entonces como experta en Derecho fiscal. No pudo disfrutar de aquel congreso, pues a las pocas horas de llegar a Londres tuvo que regresar a Madrid debido a que los dolores apenas la dejaban moverse. Ya en España una resonancia reveló que tenía un tumor intramedular y que necesitaba una operación de urgencia. «Los neurocirujanos del hospital Ramón y Cajal me salvaron la vida, porque el tumor era muy grave y la operación muy difícil, quitaron todo lo que pudieron para no dejarme sin movilidad para siempre», escribe Belén en su libro. Una semana después recibió la dura noticia de que el tumor era maligno, en estadio 4 y muy agresivo.
«Si me quedan dos días, espero que la muerte me pille incorporada en la cama y riendo», cuenta Belén en 'La vida es bonita' tras decidir que lo que tocaba era «coger el toro por los cuernos» y preparse para lo que pudiera venir. «Cada día que pasa es un día menos para salir de aquí. No solo tengo cáncer, tengo a mi familia, tengo a Emilio, tengo a mis amigas, tengo fe, fuerza y esperanza. Todavía tengo algo de vida por delante, ¿verdad? No voy a dejar que ese dichoso tumor me arrebate todo eso», describe con determinación.
Lo que vino después fue muy duro. Empezó el tratamiento de radioterapia y quimioterapia a la vez que iniciaba la rehabilitación para tratar de recuperar la movilidad que había perdido en buena parte de su cuerpo, todo ello entre fuertes dolores («mis pestañas eran navajas clavadas en mis párpados»), efectos secundarios, entradas y salidas del hospital y sobre todo mucho coraje.
Belén contó todo ese proceso a sus cerca de 180.000 seguidores en Instagram, con los que empezó a compartir sus vivencias, sus avances, y también sus retrocesos. Tras varios meses de tratamiento y rehabilitación, logró recuperar parte de la movilidad e incluso recibió el alta... pero fue un alta efímera. El 17 de diciembre de 2023, cinco meses después de la operación, volvió a ingresar en el Ramón y Cajal, aquejada de fuertes dolores e infecciones, y desde entonces (16 meses) ha permanecido sin salir de su habitación y sin haber podido recuperar la escasa movilidad que había logrado con la rehabilitación.
En estos 16 meses Belén se ha convertido en una paciente muy querida y visitada (a la sala de espera de la séptima planta del Ramón y Cajal se la conoce como la Plaza de Belén), e incluso el cantante Néstor Ortega le ha compuesto una canción basada en su vida ('La vida es bonita') y en su enfermedad. Hasta su habitación se acercaron rostros famosos como Mario Vaquerizo, que estuvo unos días ingresado en la habitación de al lado tras una aparatosa caída en un concierto. Y ha sido el ojito derecho del equipo de capellanes que atiende espiritualmente a los pacientes ingresados allí, especialmente de Francisco, el capellán con el que Belén sentía una conexión especial y a quien le relató entre lágrimas «lo doloroso que resulta sentirme como algo que se marchita, como algo que se agota».
Pese a todo su empeño, pese a participar, ya al borde del desahucio, en un ensayo clínico, Belén no ha podido superar el tumor, pero su vida (y ahora su muerte) es un ejemplo extraordinario no ya de superación, sino de sentir la vida incluso cuando esta te atropella y te ahoga. «La vida es preciosa, incluso cuando se desmorona y se cae a pedazos. Incluso así todavía creo que la vida es bonita», decía Belén en un canto de amor por la vida que no entiende de límites.
Francisco, su capellán más próximo, ha dicho de ella este sábado tras conocer la noticia del fallecimiento: «Belén ha sido una persona maravillosa, cercana, pero lo que yo más destacaría como sacerdote es la fe que nos ha transmitido siempre y su entrega. Ayer mismo me decía «Francisco, es que yo he rezado por los demás, pero no he rezado por mí» y me lo decía como sorprendida. Cuenta el páter que la tranquilizó y que le dijo que había mucha gente pidiendo por ella y que, además, por supuesto que el Señor agradecía e iba a tener en cuenta sus peticiones por los demás. «Entonces se le cayó una lagrimita del ojo. Y antes de salir de la habitación, lo último que me dijo fue 'Ven cuanto antes'». A Francisco no le dio tiempo. Este sábado poco antes de las 5 de la tarde, otro capellán compañero suyo en el hospital administró a Belén la unción de los enfermos (conocida también como extrema unción) y poco después expiró en paz rodeada de los suyos dejando su alegría en una 717 más triste y vacía que nunca.
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