Trump, el otro loco de Nietzsche

Los demás, en este caso, son (somos) hijos de ese Dios que Donald cree ser. Hay en él un delirio de grandeza clínico. Quede claro que de su segundo ascenso al poder tienen culpa sólo sus votantes; pues bien, también a ellos los matará, es decir, los ninguneará. En sus arengas y peroratas les ha prometido que 'America First'. Les ha engañado desde la campaña electoral. Quiso decir «I'm the one» («yo soy el primero»).

Si este «empresario con cuenta de X» (como alguien lo describió) progresa en su demencia, el planeta se halla en un gran peligro. Ha comenzado firmando decretos de cierre de fronteras, de aranceles, destituciones... ¿Qué más no hará si agota su legislatura?

Un sujeto como Trump es, quizá, lo que interesa a otros países. Sin embargo, lo que en rigor interesa es que, desde ya, la oposición presente contra él una moción de censura. Quizá no prospere, pero para no morir merece la pena intentar esa vía. Si hay alguien que debe morir políticamente es él y sus lacras. Quién sabe. Soñar es libre. Y pensar, también.