Secciones
Servicios
Destacamos
Me lo dijo un amigo común cuando todo había pasado ya: nuestro amigo Miguel estaba en la UCI. Había sufrido un ictus, después varios microinfartos, ... y su corazón estaba tan débil que ni stent, ni baipás habían servido para nada. Añadió que había estado conectado a un ECMO o corazón artificial, hasta que, finalmente, había recibido el corazón de un donante. Por suerte estaba en La Arrixaca, el hospital líder en España en donantes y trasplantes. Me quedé sin habla. Saber que después de toda esa batalla con la muerte había logrado vencerla me producía una intensa gratitud. Me sentí tan feliz por él. Pensé en que ojalá pudiera verlo la madre del chico que donó el corazón, que viera qué nuevo y maravilloso hogar había encontrado para seguir latiendo; pero debo reconocer, honradamente, que sentí miedo. Miedo de que su nuevo corazón no me reconociera, y de que, desafortunadamente, no volviera a quererme como lo había hecho su viejo corazón. Después pensé en el teatro, este había sido hasta entonces su vida; pensé en sus obras, en sus personajes... Imaginé que con el anterior corazón se habrían ido sus históricas Malas mujeres junto a todos los personajes de sus obras; su dramaturgia, sus sonetos, su inspiración. Él siempre había escrito con el corazón y ahora... ¿por quién y por qué latirá ese joven corazón recién estrenado?
No podía evitar pensar en la identidad de ese corazón nuevo. Me preguntaba de quién habría sido, qué amores habría sentido y a quién habría querido con toda su fuerza antes de llegar hasta mi amigo.
Pasaron los días, lentos, larguísimos, llenos de pastillas, de mascarillas, de distancias, de ingresos y más ingresos, hasta que, poco a poco, Miguel comenzó a recuperarse. A través de fotos lo veía más delgado, más pálido, pero con la misma luz en sus ojos. Me decía que sus movimientos eran lentos, como adaptándose a ese nuevo latido que ahora le daba vida.
Yo sentía una emoción profunda, una mezcla de gratitud, incertidumbre y un extraño respeto hacia ese órgano que había dado vida a otra persona antes que a él y que, de alguna manera, traía consigo recuerdos y amores ajenos. Cuando pude hablar con él, tras interesarme por su salud, egoístamente, lo primero que le pregunté era que si me quería como antes, si ese corazón me reconocía como su amiga, como su vieja compañera universitaria con quien compartía tanto amor por la palabra. Que si su pasión por el teatro seguía ardiendo con la misma fuerza y que si en su nuevo corazón había lugar para nuevos personajes literarios. Le hablé de películas en las que los trasplantados, a menudo, sueñan con alguien que no conocen, sienten emociones que no parecen suyas, despiertan las ganas por sabores nunca antes probados, o tenían ecos de amores de una vida pasada. Me preguntaba si podría la memoria del amor persistir más allá de la muerte.
¡Qué milagro de amor más hermoso donar órganos, seguir dando vida más allá de la vida! Y qué suerte encontrar uno que sea compatible y llegue en el momento preciso como le ocurrió a mi amigo Miguel. Imagino que Vicenzo Antenucci, el fisioterapeuta de El Palmar conectado también a un corazón artificial y que hace unos días falleció, nunca perdió la esperanza de que un nuevo corazón llegara hasta él.
Cuando dejé de atosigar con preguntas a mi amigo y le permití responder, me dijo que él no había sentido nada de todo eso que yo le decía. Pero que sí hablaba en las noches con su nuevo corazón y le preguntaba si se sentía extraño en esa nueva caja torácica que lo albergaba y que le daba las gracias por cada nuevo latido, por todas esas nuevas oportunidades que le ofrecía cada día. Y me dijo que no solamente me seguía queriendo, sino que me quería mucho más, que todo el amor que él sentía por los suyos había sido acrisolado en todos aquellos larguísimos días de espera, dolor e incertidumbre. Y entendí que, más allá de la ciencia y la medicina, el amor siempre encuentra la manera de seguir latiendo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.