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Costa Rica. Los primeros pasos en el trabajo solidario de la ONG 'Hands with heart' fueron con niños con discapacidad. CEDIDA
El murciano que alivia el dolor de los amputados en Ucrania

El murciano que alivia el dolor de los amputados en Ucrania

El terapeuta Jorge Aranda se dedicaba a ayudar a niños con discapacidad grave en Rumanía cuando estalló la invasión rusa y comenzó a tratar a los heridos en combate

Lunes, 7 de abril 2025, 01:28

¿Cómo se alivia a un paciente al que le duele algo que no existe? ¿Qué hacer si te señala una mano, un brazo, una pierna que ya no está ahí? ¿Cómo abordar las heridas invisibles de quien vio demasiadas cosas terribles demasiado cerca? A estas y otras muchas preguntas ha tenido que enfrentarse en los últimos años el terapeuta murciano Jorge Aranda (43 años) decenas de veces, desde que la labor humanitaria que inició con niños con discapacidad lo llevara, por un giro del destino, a un pabellón de soldados amputados en Ucrania y a tratar a médicos que sirven en la primera línea de combate restañando las heridas de sus compañeros con el peaje de volver rotos.

«Uno que había perdido los brazos y los pies por hacer de escudo humano para salvar a un compañero, y ese compañero falleció», señala Jorge, enumerando algunas de las situaciones que más le han impactado. Entre ellas, también está la de una sanitaria que antes de la guerra era profesora de parvulitos. «Ya nunca volverá a serlo. Dice que no puede, porque ha visto con sus propios ojos a niños desnudos apilados con disparos en la cabeza, y ya no es capaz de estar cerca de un niño». Otro de esos médicos de combate le contó que tenía un fuerte dolor en el hombro. «Le dije: '¿Desde cuándo?'. Y me contestó: 'Desde que tuve que cargar en peso a mi amigo muerto'».

Para llegar hasta ahí, la vida de Jorge ha dado varios vuelcos que se han concentrado especialmente en los últimos diez años. El primero de ellos ocurrió cuando trabajaba como osteópata en una clínica privada de Barcelona atendiendo a pacientes pediátricos con discapacidad, un tiempo en el que empezó a tomar conciencia de las implicaciones que esas situaciones tienen en los niños y su entorno, tanto a nivel emocional como económico. «Tenía a una familia que venía con mucha frecuencia y otra que tuvo que estar ahorrando bastante tiempo para poder hacerlo. Y recuerdo que le ofrecí a mi jefe trabajar unas horas gratis para darle asistencia a esa niña». Sin embargo, obtuvo una negativa por respuesta. «Me dijo que no lo iba a permitir porque el resto del equipo no estaba dispuesto a hacerlo y los iba a hacer quedar mal. Eso hizo mucho ruido en mí», recuerda. Con esa experiencia aún dando vueltas en la cabeza, Jorge se marchó aquel verano de vacaciones a Indonesia, donde cuenta que pudo ver el duro estigma que sufren las personas con discapacidad en el país. «Allí las arrinconan porque creen que se debe a que han hecho algo malo en una vida pasada o la familia ha ofendido a los dioses. Quise ofrecerles algo de manera altruista y fue así como empecé con unos amigos a organizar unos grupos de voluntarios y madurar la idea de crear una ONG para realizar misiones médicas».

De aquel impulsó nació finalmente 'Hands with heart' en 2016, una ONG que pronto fue extendiendo su labor a lugares como la selva de Costa Rica, el desierto de Argentina y los hospicios de Rumanía para tratar a niños huérfanos con discapacidad extrema.

Fundó la ONG 'Hands with heart', con la que busca traer a cien médicos del frente con Rusia a la Región para un programa de recuperación

Fue entonces cuando llegó el segundo vuelco. «Empezó la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania, y al estar en un país que hace frontera con Ucrania, sentí la responsabilidad moral de hacer algo», asegura. Primero empezó a trasladar a huérfanos ucranianos a Rumanía mientras coordinaba otras acciones de apoyo a los huidos de la guerra, como el envío de tres autobuses para desplazar a refugiados de Ucrania a España. Después, tras comprobar que el oeste de Ucrania parecía relativamente a salvo de ataques, se decidió a cruzar la frontera para ofrecer su ayuda sobre el terreno a los niños con discapacidad que habían perdido su asistencia por el traslado de personal sanitario al frente o a cubrir otras necesidades de la guerra.

Heridas de combate. Jorge, junto a soldados que ha atendido en el pabellón de amputados en Ucrania y con un niño con discapacidad. Cedida.
Imagen principal - Heridas de combate. Jorge, junto a soldados que ha atendido en el pabellón de amputados en Ucrania y con un niño con discapacidad.
Imagen secundaria 1 - Heridas de combate. Jorge, junto a soldados que ha atendido en el pabellón de amputados en Ucrania y con un niño con discapacidad.
Imagen secundaria 2 - Heridas de combate. Jorge, junto a soldados que ha atendido en el pabellón de amputados en Ucrania y con un niño con discapacidad.

«Mientras trabajaba con ellos, me dijeron: '¿Tú también ves a adultos?' –afirma Jorge–. Les dije que sí y me pasaron al pabellón de soldados amputados». Desde entonces, ha acudido a Ucrania diez veces. Por la mañana atiende a niños con discapacidad extrema, y por la tarde se ocupa de la rehabilitación y estimulación de los militares que han perdido algún miembro. «Es algo muy complejo de tratar, pero parece que mi aportación desde la osteopatía les va bien para ese síntoma y que, en combinación con el abordaje traumatológico y fisioterapéutico, que es lo que se hace allí, podemos reducir ese sufrimiento y permitir que descansen mejor», asegura.

Curar a quien cura

Tras unos meses de trabajo, las autoridades ucranianas pusieron a 'Hands with heart' en contacto con otra ONG local que organiza programas de recuperación para médicos de combate. «Los sacan del frente y los llevan a otros países para hacer un programa de recuperación física y mental durante diez días. Es un poco 'sal de aquí, respira, llora, recarga las pilas y vuelve de nuevo a seguir salvando vidas'». En cada uno de estos retiros, que ya se han producido en trece ocasiones y de las que Jorge ha participado en seis, se traslada a un centenar de médicos. La última, que concluyó a finales del mes pasado, tuvo Suecia como destino.

Ahora, la ONG se encuentra buscando fondos para que los próximos cien médicos ucranianos desembarquen en la Región. Por ello, Jorge proyectó el pasado domingo, en la Filmoteca Regional, un documental sobre el trabajo de la ONG con ellos. «Espero que podamos conseguirlo –cuenta–, porque arrastran muchas heridas, mentales y físicas. A veces, la diferencia entre ellos y los soldados amputados es la suerte, que unos les cayó la bomba a cinco metros y a otros a cinco centímetros».

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